¿Qué es el tiempo? Decía San Agustín: Si nadie me lo pregunta, lo sé,
si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerlo.
Lo que sí tenemos claro es
que hay un tiempo para cada cosa, tiempo de reír y tiempo de llorar, tiempo de
gozar y tiempo de sufrir, tiempo de amor y tiempo de desamor, tiempo de mandar
y tiempo de obedecer, tiempo de descansar y tiempo de trabajar. Cada momento
tiene su afán. Lo que pasa es que, a veces, queremos todo a la vez.
Con qué facilidad hablamos del tiempo. La mayoría de las veces sin
pensar en profundidad en la dimensión tiempo.
No depende de ninguna otra
medida para su medición, solo
necesitamos un aparato medidor del tiempo. Eso lo controlamos, todos
estamos más o menos pendientes del reloj, como si quisiéramos detenerlo. El
tiempo es una unidad física creada para medir los intervalos que se suceden en
una serie ordenada de acontecimientos. En el tiempo siempre hay movimiento, es
más, ¿nos daríamos cuenta del paso del tiempo si no ocurrieran distintos
sucesos? El día, la noche, salidas y puestas de sol, gotas de agua cayendo,
péndulos en movimiento, la arena que cae constantemente en ese medidor del
tiempo, las manecillas del reloj convencional del que tanto estamos pendientes…
Cuando medimos la vida, no la vivimos. Desde que empezamos a marcar
las horas, perdimos la capacidad de estar satisfechos, solo sirve para ansiar
más cosas. El hombre quiere ser dueño de su existencia, pero el tiempo no tiene
dueño.
¿Tarde? ¿Temprano? Nunca es demasiado tarde o demasiado pronto. Es
cuando tiene que ser.
No podemos suspender el tiempo, cuántas veces nos gustaría hacerlo,
que no pasaran los segundos, si pudiéramos saltar un gajo del reloj… Tampoco
podemos arrojar nuestro futuro como si fuera una piedra, para librarnos de él,
para que no suceda, para que esa arena de la parte superior del reloj no se
deslice, porque ahí está el tiempo que aún no ha sucedido.
El tiempo es como un río, en uno fluye el agua y en otro los
acontecimientos, así como el agua no pasa dos veces por el mismo sitio, el
tiempo, una vez que pasa tampoco lo podemos recuperar. El tiempo perdido no se
recupera jamás, es como el agua que se escurre entre los dedos y se derrama por
el suelo, no tiene vuelta atrás. Utilizarás otro tiempo pero nunca el perdido,
en el tiempo solo vamos hacia delante, nunca hacia atrás. Sentimos tristeza por el tiempo perdido pero quizá nos
damos cuenta demasiado tarde, aunque solo es demasiado tarde para las cosas que
son definitivas. Le damos muchas vueltas
al pasado, si hubiéramos hecho…, si no hubiéramos hecho…, ojalá se pudiera
volver atrás, rebobinar y volver a los momentos felices, borrar de la cinta los
malos momentos, pero no se puede, el pasado ya no lo tenemos, ¡cuántas veces
hemos deseado que lo pasado sea un sueño! Soñamos con el futuro, voy a hacer,
tengo previsto, espero que llegue tal día, proyectos y más proyectos, pero el
futuro no existe, y con estos pensamientos de pasado y futuro, se nos va el
presente que es lo único que poseemos, no podemos recuperar esos momentos
felices pero sí tratar de ser felices en estos momentos presentes.
No nos olvidemos que el futuro
se alcanza siempre al mismo ritmo, por mucho que nos empeñemos, o sea, 60
minutos por hora. Pero tampoco tenemos que olvidar que lo más importante del futuro es la ESPERANZA.
Cuando no hay esperanza el tiempo es un castigo.
El tiempo se lleva las cosas sin contemplaciones, el tiempo todo lo da
y todo lo quita. Dicen que el tiempo todo lo cura, pero no es verdad, no todo
mejora con el tiempo, la experiencia nos dice que no es así, con el paso del
tiempo las cosas también se deterioran, si no, cojan una foto de hace diez o
veinte años y comparen… se notan un poco los estragos del tiempo. Lo que sí está claro es que con
el tiempo todo cambia. Podemos darle a las manecillas para atrás, pero no por
eso recuperaremos la juventud ni el pasado. No podemos retrasar el tiempo.
El tiempo no es almacenable, es perecedero e inexorable (el inexorable
paso del tiempo, que no se puede evitar). Es un recurso finito, se acaba. Es
efímero, simplemente transcurre sin más. El tiempo es la cosa más valiosa que
una persona puede gastar, es lo mismo para ricos que para pobres, incluso los
que no tienen nada, poseen el tiempo. Si el tiempo fuera infinito, nada sería
especial, no tendríamos miedo a que se agotara, lo perderíamos con más
facilidad, sin pérdidas ni sacrificios no valoraríamos de igual modo lo que
tenemos.
Dios tiene motivos para limitar los días de los hombres, ¿Cuáles son?
No lo sabemos, pero todos tenemos un
tiempo final, es la mejor incógnita que tiene guardada el que dirige el
mundo. Solo Dios sabe del tiempo de que disponemos, por eso es muy importante
aprovecharlo al máximo, porque no sabemos cuánto es, es como un regalo, a unos
le toca más y a otros menos. La solución
de este problema no la vamos a saber nunca.
Lo que importa es que todos los días sean valiosos.
Una cosa IMPORTANTE nos lleva lo mismo que una NO IMPORTANTE. ¿Podemos
pedir tiempo? Tiempo muerto dicen en algunos partidos, pero es engañoso, el
reloj sigue marcando.
¿Qué es mucho? Depende de las circunstancias. Siempre necesitamos más
tiempo, la cuestión es cuánto me queda, no cuánto tengo. Ningún ser vivo mide
el tiempo, solo lo hace el hombre, solo el hombre da las horas. Por eso solo el
hombre vive atemorizado como no lo hace otro ser vivo. Miedo a que se le acabe
el tiempo.
El tiempo ¿Puede ser una percepción personal? ¿Medimos todos el tiempo
del mismo modo? Yo creo que no. Lo que para unos es un instante para otros es
una eternidad y, está claro que el tiempo es el mismo, pero la manera de
vivirlo es lo que nos diferencia, vivido con intensidad es un suspiro, cuando
no sabemos lo que estamos haciendo es un aburrimiento. Se puede comparar con un
viaje, digamos en tren. De una estación a otra es lo mismo para todos, pero hay
que ver la cara de aburrimiento que llevan algunos pasajeros. Sin embargo, si
coges un libro, contemplas el paisaje, o simplemente reflexionas, todo cambia,
incluso te resulta el viaje placentero. Igual ocurre en el transcurso de la
vida.
Se le puede decir al tiempo ¿ve más despacio? y, ¿se puede decir, ve
más deprisa? Estamos acostumbrados a respuestas rápidas. Estamos rodeados del
tic tac del tiempo. Todo marca el paso del tiempo. El reloj de la mesa, el
ordenador, el móvil, ese viejo carrillón con su sonido melodioso, o estridente,
en fin… tantos y tantos aparatos que nos rodean.
Incluso relojes con horarios
distintos, usos diferentes, queremos controlar la hora en cada momento, en
cualquier parte del mundo. El tiempo demasiado deprisa.
Todavía no ha existido nadie que pueda invertir el paso de las horas.
¿Existirá algún lugar dónde no se envejezca nunca? Contaremos todos nuestros
días y porciones más pequeñas hasta que el recuento consuma nuestra
existencia.
Dinita
Álvarez Sastre
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